Unas vacaciones de Quinceañera en Nueva York

Nueva York tiene nacionalidad propia, la ciudad vertical, la que nunca duerme, la que se tarda toda una vida en conocer y una eternidad en dominar. Pero para una Quinceañera turista, diez días pueden ser suficientes para conocer su esencia, para patearse sus calles tratando de abarcar el máximo posible, un mundo aparte, casi opuesto al de la soleada California con sus palmeras, sus playas y sus autopistas.


Allí no hace falta un coche, sino ganas de mezclarse en la calle y de observar su vida subterránea. Y el solo hecho de entrar en el metro ya constituye una de sus principales aventuras, una experiencia para descubrir mil culturas rumbo a su próximo destino.
Los encantos básicos de Nueva York no caben en los dedos de una mano. Hay que elegir y establecer una ruta precisa para poder abarcar el mayor terrotorio posible. O hacerse una lista de ambiciones, de encuentros en cada jornada de descubrimientos. Estos son algunos de sus placeres imprescindibles:

Central Park
Es, sin duda, el pulmón más notorio de cuantas ciudades existen en el mundo, el más publicitado y una oportunidad única para ser uno más. Dentro hay pistas de tenis, una de las pinacotecas más rotundas del planeta y cientos de praderas para perderse, hacer deporte o darse un bucólico paseo. El sheep lawn es su más celebrada posesión, una explanada que los neyorquinos abarcan en cuanto comienza el buen tiempo. Y si hay tiempo, no dejen de visitar la fuente de Bethesda, famosa por sus muchas apariciones en películas de Hollywood.
Empire State Building
Fue durante años el edificio más alto de la ciudad, para después no serlo y recuperar esa condición tras los atentados del 11-S. De una forma o de otra, siempre está ahí, con el mejor mirador de la ciudad para entender las coordenadas de la Gran Manzana. Siempre hay gente y se tarda un rato en llegar hasta la cima, en el piso 119, pero la vista merece la pena.
La estatua de la libertad
Fue un regalo del pueblo francés a Estados Unidos y desde entonces se ha convertido en el faro de la ciudad, la estatua más publicitada del mundo. Se puede llegar hasta su base y verla de cerca, aunque el Ferry de Staten Island es una perfecta opción para hacer fotos y disfrutar de un espectacular paseo en barco con Manhattan a los pies y sin pagar ni un centavo.
El Metropolitan Museum of Art
Puede que en otros viajes no haya sitio para museos pero en esta ciudad tiene que haberlo. El Metropolitan es uno de los mejores para contemplar su colección permanente, joyas innenarrables en un edificio que recibe a cinco millones de visitantes cada año. Unos metros más adelante, por la Quinta Avenida, está el Guggenheim, otro de los museos imponentes y un placer para los sentidos por sus formas, una joya de Frank Lloyd Wright.
La Quinta Avenida
Es la joya de la corona, el paseo de la distinción, un desfile de tiendas y de rascacielos imponentes. Desde el hotel Plaza, el más famoso de la ciudad, hasta Tiffany, en la esquina de la 57, pasando por Saint Patrick y el Rockefeller Center, donde se concentran todos los patinadores en Navidad. Mítico.

Si hay tiempo, Chinatown, Little Italy, Brooklyn Heights y su vista memorable, el puente de Brooklyn, la zona cero en reconstrucción, Times Square y los teatros de Broadway esperan a recibir el cariño y la admiración de la Quinceañera turista. Es Nueva York, la capital de mundo, la mejor ciudad que existe.
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